domingo, 8 de noviembre de 2015

William Shakespeare y su soliloquio "Ser o no Ser"


Hoy voy a dedicar esta entrada a William Shakespeare,  uno de los más grandes autores de la literatura universal y, tal vez, el más conocido de todos. Es por ello que me parecía adecuado rendirle mi pequeño homenaje en mi blog aportando, no solo algunos aspectos y curiosidades de su vida y obra, sino el soliloquio más famoso que se ha escrito de todos los tiempos, el que contiene su drama “Hamlet” y que comienza con la célebre frase: “Ser o no ser, esa es la cuestión…”  (“To be or not to be, that is the question…”). 
Conocido también como “El Bardo de Avon”, William Shakespeare fue un dramaturgo, actor y poeta inglés del siglo XVI. Nació en Stratfor-upon-Avon, Reino Unido, el 23 de abril de 1564, en el seno de una familia acomodada, aunque su padre cayó en desgracia a poco de nacer él, acusado de comercio ilegal de lana, perdiendo su posición destacada en el gobierno del municipio. Sería en su localidad donde se formaría en gramática, literatura y lengua latina. A los dieciocho años contrajo matrimonio con Anne Hathaway, de veintiséis, al obligarle el embarazo de la joven. Antes de marchar a Londres (en 1592 ya se encontraba en dicha ciudad) se desconocen datos de su vida, por lo que no se sabe cuál fue la causa de dicho traslado. Sería en la capital donde se convertiría en actor, escritor y, finalmente, copropietario de la compañía teatral conocida como Lord Chamberlain’s Men, nombre que recibía por su mecenas, una compañía que estaría bajo la protección del rey Jacobo I debido a su popularidad (pasó a llamarse King’s Men ,hombres del rey). Con tal compañía, representaban en The Globe Theatre. Según parece, Shakespeare ganó con la companía bastante dinero, hasta tal punto que compró un título nobiliario a su padre y ricas propiedades en Stratford (New Place) y Londres (tuvo varios litigios por asuntos de tierras). Sobre sus obras, el incendio del Teatro El Globo, en 1613, reconstruido un año después, provocó que se quemara no solo el edificio, sino los manuscritos del escritor, incluida una comedia que parecía estar inspirada en un episodio del Quijote de Cervantes, “Cardenio”. En 1611 se retiró a su pueblo a vivir, muriendo, a los cincuenta y dos años, el 23 de abril de 1616; sus restos fueron sepultados en la iglesia de la Santísima Trinidad de Stratfort. Un hecho curioso sobre la fecha de su muerte es que parece coincidir con la de Cervantes, se celebra por ello el día del libro, sin embargo, ni uno ni otro se tiene certeza de que murieran en dicha fecha; sobre nuestro escritor porque lo que ocurrió tal día es que fue sepultado, por lo que fallecería al menos un día antes, y sobre la del escritor inglés parece que tuvo lugar el 3 o 4 de mayo según el calendario gregoriano, pero por cálculos distintos al de los ingleses, que seguían el calendario juliano (diez días retrasado con respecto al gregoriano), lo fecharon el 23 de abril.
Shakespeare tuvo la gran suerte de ser venerado en su tiempo, pero su reputación no creció hasta el siglo XIX: románticos y victorianos adoraban a Shakespeare.
Shakespeare no publicó sus obras, no era costumbre en la época, y eso de los derechos de autor no sonaba ni de lejos, sin embargo, son conocidas porque dos de sus compañeros actores, John Hemminges y Henry Condell, anotaron y publicaron 36 de ellas, a título póstumo, bajo el nombre de “The First Folio” (El primer folio), el cual es la fuente de todos los libros publicados de Shakespeare (también contiene la única imagen que se le atribuye al escritor)
Como ya he comentado, el escritor inglés se casó, y de su matrimonio nacieron  tres hijos; de ellos solo dos hijas sobrevivieron, pero su descendencia no fue más allá de la segunda generación.
Un problema que ha surgido de la persona y obra de Shakespeare es que apenas hay datos del autor, pero su obra, sin embargo, es muy prolífica, dando lugar a especulaciones sobre la verdadera autoría de éstas, de hecho, fue acusado en vida de plagio, por ejemplo Robert Green, autor teatral destacado de la época, le acusaba de aprovecharse de ideas ya reflejadas en la literatura, en el caso de Hamlet parece estar basada en la “Historia de los daneses” que escribió Saxo Grammaticus en el siglo XIII; Romeo y Julieta en un relato escrito por Masucccio de Salerno, autor del siglo XV… Sea como fuere, y dado que no hay indicios fehacientes que digan lo contrario, Shakespeare fue autor de un gran número de obras entre las se encuentran tragedias como Romeo y Julieta, Julio César, Hamlet, Otelo, Macbeth, Antonio y Cleopatra…; comedias como El mercader de Venecia, Mucho ruido y pocas nueces, Las alegres comadres de Windsor…;  obras históricas como Eduardo III, Enrique VI, Ricardo III, El rey Juan…; como poeta compuso gran cantidad de sonetos y por los que él creía sería recordado en el futuro, ya que se consideraba más lírico que dramaturgo. 
Como curiosidades acerca de su obra decir que la más larga es Hamlet, requiere para interpretarla cuatro horas, y que era dado a inventar palabras y nombres, por ejemplo: “crítico”, aparece en Otelo, “majestuoso”, aparece en La Tempestad, el nombre de mujer Jessica, aparece en “El mercader de Venecia….  También es conocido por frases tan famosas como estas: "Asume una virtud si no la tienes." (Hamlet); "El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio" (Romeo y Julieta); “Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nuestros vicios” (Julio César).
Como él mismo decía, sus obras nos muestran “Un espejo de la humanidad”, y no exageraba lo más mínimo. Yo me quito el sombrero ante este genial autor que como pocos ha sabido captar el alma humana. Ahora os dejo con el célebre fragmento de su obra “Hamlet”.

SOLILOQUIO DE HAMLET

¡Ser, o no ser, es la cuestión! -¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así!

¡Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?...

Pero hay espanto
¡allá del otro lado de la tumba!
La muerte, aquel país que todavía
está por descubrirse,
país de cuya lóbrega frontera
ningún viajero regresó, perturba
la voluntad, y a todos nos decide
a soportar los males que sabemos
más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae
al pálido mirar del pensamiento.
Así también enérgicas empresas,
de trascendencia inmensa, a esa mirada
torcieron rumbo, y sin acción murieron.

Versión traducida por el poeta colombiano Rafael Pombo,  (Bogotá, 7 Noviembre 1833 - 5 Mayo 1912).