martes, 7 de febrero de 2017

Marga Gil Roësset, la artista que fue y pudo llegar a ser

He de reconocer que mis libros de estudiante no mencionaban nada acerca de una serie de mujeres que tuvieron un destacado papel en el panorama cultural español durante las primeras décadas del siglo XX, «Las sinsombrero»,. Nombre con el cual muchas se autodenominaron para desafiar a esa sociedad que les imponía un status de mujer sumisa y cuya dedicación estaba circunscrita al ámbito familiar y doméstico, pues el hecho de ir sin sombrero suponía ya un acto de rebeldía por aquellos años. Mujeres que, al igual que sus coetáneos masculinos, pusieron su sello y apoyo a  la cultura y el arte de nuestro país y, sin embargo, ¿a cuántas se nombran cuando hablamos, por ejemplo, de la generación del 27? Fueron sus compañeras, sus amigas, creaban como ellos… Tania Balló, productora y directora de cine, ha escrito un ensayo, «Las sinsombrero», y codirigido un documental sobre ellas, (emitido en Tv2), creo que nos acerca maravillosamente al mundo de estas mujeres excepcionales, como son:  Concha Mendez (escritora y editora), Rosa Chacel (escritora), Mª Teresa León (escritora), Mª Zambrano (filósofa), Ernestina de Champourcín (escritora), Josefina de la Torre (escritora, cantante, actriz), Marga Gil Röesset (ilustradora y escultora), Consuelo Gil Roësset (escritora y editora), Maruja Mallo (pintora), Ángeles Santos (pintora). Todas con unas apasionantes trayectorias personales, culturales y artísticas, sin embargo, he querido dedicar esta entrada a una de ellas, a Marga Gil Röesset, ya que, de entre todas, creo que es ella la que desde muy niña destaca en sus cualidades artísticas, hasta tal punto, que bien podríamos denominarla niña prodigio. Y con tal maestría y originalidad creaba esta sensacional artista que de no acontecer el trágico final de su vida, con tan solo veinticuatro años, pienso que hubiéramos tenido en ella a uno de nuestros genios universales.


MARGA GIL ROËSSET (1908-1932), Las Rozas, Madrid. Perteneciente a una familia de la alta burguesía, es la segunda de los cuatro hijos del matrimonio Gil Roësset. Nace débil y su madre, con gran tesón y amor, saca adelante a su hija. Tanto ella como sus hermanos reciben una educación culta y religiosa. Alentada por su madre, su hermana mayor, Consuelo, hace un cuento «El niño de oro (1920)», que Marga ilustra con tan solo doce años, su hermana tiene quince. El cuento es un éxito y las ilustraciones llaman poderosamente la atención; parece increíble que una niña tan pequeña derroche tanta creatividad y destreza. La segunda de las obras en las que ambas hermanas vuelven a cooperar para realizar un nuevo proyecto es «Rose des Bois», Marga tiene trece años, Consuelo dieciséis; dado su éxito, el nuevo cuento es editado en Francia (está escrito en francés); como curiosidad, parece ser que Antoine de Saint-Exupéry se inspiró en los dibujos de Marga para su obra «El Principito» (hay que tener en cuenta que este autor visita varias veces España y «Rose des bois» se edita en Francia).

ilustración del cuento "El niño de oro"

Tras su colaboración en estas obras literarias, Marga opta por un cambio de rumbo artístico, la escultura. Su madre intenta que tome clases con un escultor profesional, Victorio Macho, pero éste se niega a influenciarla, por lo que se forma de manera autodidacta. En 1930 Marga expone en la Exposición Nacional de Bellas Artes su conjunto «Adán y Eva» que deja a todos eclipsados por su maravillosa ejecución. Sobre su manera de esculpir, ella declara en una entrevista que sus obras van del interior al exterior, que materializan un ideal. Su forma de esculpir, así como los materiales que utiliza, por ejemplo, el granito (muy costoso de trabajar), la hacen única, distinta ante los críticos, como lo demuestra en su obra «La mujer del ahorcado», que nos deja ver ese alma atormentada que Marga impone a sus composiciones, tal vez la que ella misma tuviese. 
"Adán y Eva", 1930
En un momento de su vida se cruza en su camino el matrimonio formado por Juan Ramón Jiménez (escritor) y su mujer Zenobia Camprubí (su hermana Consuelo y ella admiraban la labor de Zenobia que traducía a autores como el poeta bengalí Tagore), ambas hermanas conocen a la pareja durante un concierto. El matrimonio decide visitar el taller de Marga. Según parece, durante aquella visita, Marga les comenta que es su madre quien sugiere los temas y los nombres y que ella misma detestaba todo lo que hacía, por eso destruía algunas esculturas a martillazos. De aquella visita surge el ofrecimiento de Marga por esculpir el busto de ambos; empezaría con el único que concluyó, el de Zenobia, lo cual provoca que  el trato de la joven con el matrimonio sea más asiduo y la artista  se enamore del escritor, hecho que causará en Marga una inquietud espiritual, hasta tal punto que desee quitarse la vida al ser rechazada y ver imposible la relación. Sobre esta terrible decisión, Marga deja constancia en un diario que entrega a Juan Ramón Jiménez con la promesa de que no lo leerá hasta pasado unos días. En el diario la joven explica por qué quiere acabar con su vida; estas palabras escritas en él dan buena muestra de su intención: “…Y es que…/ Ya no puedo vivir sin ti…/no… ya no puedo vivir sin ti…/ tú, como sí puedes vivir sin mí…/ debes vivir sin mí…”; también en él Marga se exculpa con Zenobia por amar a Juan Ramón. En un chalet propiedad de su tío en las Rozas, Marga Gil se quita la vida de un disparo en la cabeza a la edad de veinticuatro años. Juan Ramón Jiménez quedó tan impactado del suceso que dedicó a la joven varios poemas y la nombró en su obra «Españoles en tres mundos».
Gracias al diario que poseían los herederos de Juan Ramón Jiménez, publicado por la Fundación José Manuel Lara;  el reportaje sobre la artista en ABC cultural en 1997 realizado por Blanca Berasátegui y en el que colaboró su sobrina, la escritora y fotógrafa Marga Clark (autora de una novela insipirada en la artista “Amarga luz”);  A Ana Serrano Velasco, que sacó a la luz la obra de Marga Gil en la Exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y responsable de su catálogo (con colaboración de otras instituciones), estamos descubriendo la vida y el talento de esta precoz artista. No puedo imaginar lo que hubiera logrado de no quitarse la vida.
Toda la obra escultórica de Marga Gil que nos queda son dieciséis originales y diez réplicas, pues no quiso dejar ni siquiera éstas a la posteridad, se encargó de destruir todo cuanto pudo. No obstante, su legado es suficientemente admirable para que su nombre aparezca, y en letras grandes, en los libros de literatura y arte, al menos, de nuestro país. Juan Ramón Jiménez dijo de ella “Llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro”.
Si deseáis saber más acerca de esta brillante mujer, os dejo los enlaces que he consultado y donde encontraréis detalles e imágenes muy interesantes sobre su vida y obra.
De Ana Serrano:
De Graciela Palau Nemes
Y sobre las sinsombrero, os dejo el enlace que os lleva a la obra de Tania Balló:

 © 2017 M. Carmen Rubio Bethancourt