miércoles, 28 de octubre de 2020

La felicidad según se mire


 Obra de Evgeny Lushpin (pintor ruso nacido en 1968)


No creo que descubra a nadie que la felicidad tiene diferentes formas de entenderse según nos la defina, o la sienta, una persona u otra. Por ejemplo, según Edgar Allan Poe, "Las cuatro condiciones para la felicidad son: el amor de una mujer, la vida al aire libre, la ausencia de toda ambición y la creación de una belleza nueva"; para John Burroughs, "El secreto para tener felicidad es tener algo que hacer"; para George Sand, "Hay una sola forma de felicidad en la vida: amar y ser amado". Y así podríamos seguir añadiendo a la lista más y más consideraciones sobre la felicidad. Para mí la felicidad está hecha de instantes. Instantes de los que en su mayor parte ni siquiera soy consciente de ellos. Aquí os dejo un microrrelato que tiene que ver con esto que os digo. Espero que, aunque no coincidáis con mi percepción, os guste. 


Momentos


Ha comenzado a llover, tal como estaba previsto; el clip, clip de las gotas de lluvia chocando en el cristal de la ventana me hace reparar en ello. Durante unos segundos he anclado mi vista en el exterior de mi hogar y siento que el mundo de fuera y el mío son distintos, uno agreste y frío, el otro, el mío, cálido y protector. El sonido de las pisadas de mi hija mayor en el pasillo ha provocado que vuelva la mirada hacia ella; tiempo de castañas y aún lleva chanclas, un caso. La veo girar hacia la cocina, coger un vaso y llenarlo con agua de una botella de la nevera. Está alta para su edad, y guapa. Al salir de la cocina me ve observarla desde el sofá del salón y me dedica una sonrisa, luego me dice: ‹‹Me voy a estudiar» y se retira; imagina que con eso de ‹‹Me voy a estudiar» me deja tranquila. A la pequeña la tengo sobre mí, con su cabecita apoyada sobre mi regazo; se ha quedado dormida en tanto disfrutábamos de una serie de televisión, más del gusto de ella que del mío, pero paso tan poco tiempo con ella que acepto una de Disney con tal de tenerla un ratito junto a mí. Justo en el sillón que está cercano a la ventana, en esa que se dejan caer las gotas de lluvia, está sentado mi otro yo. Tiene un periódico entre las manos, el Marca, creo. Entre vistazo y vistazo a las publicaciones se queda dormido. Me hace gracia porque su cabeza parece la de un tentetieso, no termina de caer ni de un lado ni de otro. A mi alrededor no hay nada que sea excepcional: muebles cargados de libros y recuerdos, una mesa con jarrón, sillas que la rodean, tresillo, auxiliar con televisor… Sin embargo, aquí, entre tanta cosa común y gente para otros tan corriente, en un día gris y lluvioso que veo desde la ventana del salón, siento, justo en este instante, la felicidad perfecta.

©2020 M. Carmen Rubio Bethancourt

 

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