sábado, 10 de diciembre de 2016

Cuento de Navidad




Imagen de la película: Cuento de Navidad con los Muppets


Como estas fechas son propicias para ello, esta entrada la dedico a un relato cuyo tema tiene relación con la Navidad. Espero que os guste. Y felices fiestas.

Cena de Nochebuena en familia

Hoy vuelve la Nochebuena y, con ella, mi anhelo por cenar en casa de mis suegros; el codiciado asado de doña Ana, mi suegra, solo se deja ver por estas fechas. Lo cierto es que todo lo que ocurre, gastronómicamente hablando, en esa casa esa noche es digno de anhelar, porque esa mujer se esmera con la cocina hasta hacerme disfrutar como un sibarita. El año pasado, sin ir más lejos. En cuanto entré en casa de mis suegros ya los aromas a tomillo, orégano y especias, del asado de mi suegra, me embriagaron. La hora justa de llegada hacía imperativo no andarnos con distracciones y ponerlos a lo que íbamos, a cenar en familia. ¡Qué mesa! Había de todo lo imaginable para que los estómagos se pusieran a rugir de manera indecorosa; por suerte, la charla y la televisión de fondo mitigaron el estruendo que emitía el mío. Sentados todos alrededor de aquellas viandas, mi suegro frente a mí y, distribuidas a cada lado, nuestras respectivas esposas y mi cuñada, el placer visual me enajenaba, tal es así que dejó de importarme un comino si engordaba diez o veinte kilos, esa noche no había quien me frenara. En la misma tesitura debía de estar mi suegro, porque ese hombre come para él y para tres más, vaya, que no se corta lo más mínimo. No se podía decir lo mismo de la compañía femenina, ¡qué melindres las pobres!; las tres, según argumentaban, «estaban a plan», así que aquel banquete, imaginé, se habría de disputar entre mi suegro y yo. La primera victoria la logró el viejo con unos langostinos de Sanlúcar espectaculares; según conté, tocábamos a cinco por persona, pero el desalmado se zampó uno de los míos; no debí distraer mi tiempo con las patas de cangrejos rusos. Pasado un buen rato de comenzado el ágape, mi suegra, observadora de todo cuanto acontecía, entendió que llegaba el momento de sacar su asado. ¡Qué hermosura! En su bandejita, humeante, con sus patatitas y rodajitas de naranja plantaba la buena mujer en la mesa el codiciado manjar. Servidas nuestras raciones correspondientes, la de mi suegro y la mía más copiosas que las de nuestras chicas, observé que quedó suficiente como para, llegado el caso, permitirme repetir. Para mi sorpresa, mi suegra, mi cuñada y mi mujer atacaban de nuevo, y me dije: ‹‹Pero ¿éstas no estaban a régimen?», así que, tras aquel asalto inesperado de las féminas, no quedó en la bandeja más que una porción para un único comensal. Como suele suceder en las películas de vaqueros en esos momentos de duelo con pistolas, vi a mi suegro clavarme una mirada retadora, yo no me quedé atrás. Con astucia estudié a mi contrincante, aún tenía algunos bocados que llevarse a la boca, yo solo estaba a falta de uno. Mi suegro parecía engullir a mil por horas, incluso me atrevería a decir que su dentadura postiza había tomado una velocidad digna de una sofisticada tecnología, pero, así y todo, era imposible que se me adelantara; la sonrisita de vencedor apareció en mi rostro sin poder evitarlo. De pronto, un «Noche de paz, noche de amor», surgidos de un programa de televisión que amenizaba nuestra velada, llegó a mis oídos. Acto seguido mi suegra me preguntaba: «Luís, hijo, ¿te sirvo un poco más?». Se contuvo mi voz, «Luís», insistía la buena mujer,  «¿¡Eh!? No, no, gracias, Ana». De ese singular momento hace ahora un año, y no puedo decir que me arrepienta, aunque espero que el espíritu de la Navidad, esta noche, ponga sus ojos en mi suegro. 

© 2016 M. Carmen Rubio Bethancourt

2 comentarios:

  1. Jajaja. Un cuento divertido y entrañable a la vez. Me lo he pasado en grande leyéndolo y se me hacía la boca agua, jeje
    El espíritu de la Navidad dejó a Luis con hambre. Yo también espero que el próximo año dicho espíritu contagie a su suegro.
    Un abrazo.

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    1. Ja, ja, ja. Hola, Josep, muchas gracias por tu comentario y visita siempre tan amable. Me alegra que te hay gustado. Un abrazo y feliz Navidad, querido amigo.

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