Ewan McGregor en una escena de la película de Polanski “El
Escritor”
Voy a empezar esta entrada dando las gracias a cuantos habéis
leído mi novela. ¿Por qué? Sencillamente porque entre tantos autores que
alguien se interese por tu obra es, cuanto menos, de agradecer. Hoy en
día, gracias a que los gobiernos han reconocido el derecho a la educación (bueno algunos países se lo saltan a la torera y así les va) casi todos los
hombres y mujeres sabemos leer y escribir, haciendo posible que muchas personas
puedan plasmar sus sentimientos o su imaginación a través de la escritura. En
multitud de ocasiones esa traslación al papel, o al procesador de texto, de
nuestro interior quedará para nosotros, por consiguiente, nadie la conocerá,
pero otras sentiremos la necesidad de compartir, de mostrar nuestros escritos a
otros. Hasta hace unos años esta última opción tenía escasas probabilidades de
hacerse realidad, dado que la única vía posible era que una editorial te
respaldase, reto muy difícil de conseguir, por lo que la palabra “escritor” o “escritora” quedaba reducida a un
pequeño grupo. Pero nació Internet y con ello la posibilidad de salir al
exterior sin necesidad de padrino, y si a ello le añadimos la aparición en el
mercado literario de las plataformas de autopublicación ya no hay “peros” que
argumentar para lograr nuestra sueño, publicar, logrando con ello abrir ese círculo,
reservado años atrás a unos pocos, a todos. No hay más que asomarse a las redes
sociales para comprobarlo, multitud de publicaciones que nos anuncian tal o
cual novela y enlaces para acceder a las mismas, tantos que he llegado a creer
que todos a los que queremos atraer con nuestros anuncios están en el mismo
barco: escritor en busca de lector. Y es ahí donde, al menos yo, tengo el gran
problema, cómo destacar tu obra entre tanta oferta… Echando un ojo a las redes
sociales aprendes algo de los que ya tienen cierta experiencia en esto, frases
tipo: “mirad que reseña tan estupenda sobre mi novela”, “nuevo comentario cinco
estrellas en Amazon sobre mi novela”, “ya está mi novela en el top 100”,
etcétera, etcétera… Y algunas he utilizado, no lo niego, pero reconozco que no
es suficiente para captar al lector. El escritor autopublicado no cuenta con el
apoyo editorial que le facilita este tipo de acciones en pro de la venta de su
libro, por tanto, tiene que hacerse con una buena estrategia de promoción,
empezando por un título que enganche, una buena portada que atraiga y una sinopsis
que incite a leer. Hasta hace relativamente poco tiempo no creía que estos
aspectos fueran tan importantes, para mí el contendido era lo esencial, pero,
claro, como dicen muchos entendidos, nadie te conoce y sin un nombre que te
respalde la imagen es fundamental, los anuncios son fundamentales, en pocas
palabras, ingenio publicitario a raudales y a desparramarlo por las redes
sociales. Porque no queda otra si deseas que alguien se fije en tu relato.
Espero que los que tengáis intención de publicar hayáis tomado buena nota de lo
que os espera, ya que la competencia es monumental, aun así, dado que vuestra
obra lo merece, vale la pena intentarlo.
Por M. Carmen Rubio Bethancourt