Escena de la película: "El ladrón de Palabras" (2012)
Según la RAE,
“plagiar
es copiar en lo sustancial obras ajenas dándolas como propias”
El plagio ha
existido en todas las épocas desde que el hombre ha dejado constancia de sus
dotes creativas, no obstante, el término
“plagio”, en sus inicios, se utilizaba en un contexto que tenía que ver con
el hecho de utilizar o vender como esclavos a personas libres. Será el escritor
latino Marcial (nacido en la Hispania tarraconense en el 40 d. C.) quien
añadirá al término el significado de usurpación intelectual, pues acusó al
poeta Fidentino de “plagiario”
al copiar sus versos y darlos a conocer como suyos; así lo dejó patente en uno
de sus epigramas: “Corre el rumor,
Fidentino, de que recitas en público mis versos, como si fueras tú su autor. Si
quieres que pasen por míos, te los mando gratis. Si quieres que los tengan por
tuyos, cómpralos, para que dejen de pertenecerme. (Epigrama XXX: “A Fidentino
el Plagiario”). Y no podemos decir que el asunto haya sido cosa de
simples anécdotas, ya que hasta el mismísimo William
Shakespeare o nuestro célebre Miguel
de Cervantes se vieron sacudidos por este asunto de una u otra manera.
Con respecto al inglés, desde que comenzara su carrera, fue acusado de plagio
por algunos de sus coetáneos y aún persisten las dudas, tal como apunta el
catedrático Manuel Ángel Conejero (parece
ser que Shakespeare se aprovechaba de los textos que había en su época). La
base de esta sospecha parece estar en lo que se conoce sobre su vida, pues,
según se sabe de ella, no debió poseer los conocimientos que se observan en sus
obras, no solo por su magnífica forma de escribir, sino por los datos y
explicaciones que aporta en éstas. Se creen plagiadas, entre otras, “Romeo y Julieta”, supuesta copia de la
obra de Mateo Bandello: “Los amantes de
Verona”; “Hamlet” se cree basada en la “Historia de los daneses”, escrita
por un tal Saxo Grammaticus o “Rey Lear” que parece
provenir de una tragedia en verso blanco de Thomas Sackville. En cuanto a Cervantes, tanto fue acusado de plagio
en algunas de sus narraciones, “El
Quijote” se ha especulado que debe su idea a una obra llamada “Chretién de Troyes”, incluso él mismo fue plagiado,
por recordar un hecho relevante de la época, el escritor Avellaneda (¿Lope de Vega?) usurpó el personaje de Miguel de Cervantes
para escribir, antes que su autor, una segunda parte de “El Quijote”.
Y así
podríamos seguir con una lista que llegaría hasta nuestros días. Pero, ¿están las leyes de parte del autor plagiado? Por fortuna sí, en
nuestro país, por ejemplo, le ampara La
Ley de Propiedad Intelectual que dispone en su artículo 1: "la propiedad intelectual de una obra
literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su
creación", y en el 17: “El
ejercicio exclusivo de los derechos de explotación, como la reproducción de la
obra, que no puede realizarse sin su autorización”; La Ley Orgánica 2/1984 de 26 de marzo que regula el derecho de
rectificación: "Toda persona,
natural o jurídica, tiene derecho a rectificar la información difundida, por
cualquier medio de comunicación social, de hechos que le aludan, que considere
inexactos y cuya divulgación pueda causarle perjuicio" (en caso de no
producirse la rectificación el autor plagiado puede plantear la acción judicial
de tramitación rápida); y, para concluir con este apartado de las leyes, El Código Penal que establece como
delito en su artículo 270: “la reproducción, distribución,
comunicación pública o plagio, de obras protegidas por la propiedad
intelectual, con ánimo de lucro y en perjuicio de terceros, sin autorización de
sus legítimos titulares”
Es una
garantía para los autores que las leyes estén de nuestra parte en esto del
plagio, no obstante, litigar es una tarea farragosa, costosa y que no siempre
sale bien. Por recordar un caso muy famoso sobre este asunto, la novela “La Cruz de Santiago”, del Nobel de
literatura Camilo José Cela y que
obtuvo el premio planeta en 1994, fue objeto de denuncia de plagio por la
escritora Carmen Formoso. La autora
acusaba a la editorial Planeta de
haber pasado el manuscrito de su obra “Carmen,
Carmela, Carmiña” a Cela y a éste de plagio (ambos escritores concursaron
para el premio). Pero el caso quedó sobreseído, a pesar de las numerosas
coincidencias. Si la autora no hubiera contado con la ayuda de su hijo,
abogado, le hubiera costado una fortuna el litigio que, aún, sigue abierto,
aunque solo hacia la editorial (Cela murió en 2002).
Pero ¿qué impulsa a algunos escritores a apropiarse de la
creatividad ajena? No puedo imaginar que sea su vocación, más bien me
inclino a pensar que sea mantener la fama o ganar dinero. Y yo me pregunto, si
las musas no acompañan, ¿no es mejor esperarlas a atentar, con tanta deslealtad,
hacia los compañeros de letras o cualquier otra disciplina creativa?
© M. Carmen
Rubio Bethancourt
Fuentes consultadas en la web:
http://serescritor.com/cela-acusado-de-plagio/