Estoy a punto de concluir mi segunda
novela, bueno, realmente la he acabado, pero poner la palabra «Fin» me es
difícil. ¿Por qué? Pues, sobre todo, por considerar si mi relato merece
exponerse al público tal cual está desarrollado. Naturalmente que lo he revisado,
no una, más de una vez, pero siempre me queda la duda del rigor literario en
cuanto a expresiones, gramática e hilo conductor. Soy consciente de que los
escritores, por muy insignificantes que seamos, no debemos actuar a la ligera,
como si todo valiera, debemos respeto a los lectores y esto se debe plasmar en
nuestros escritos. Sin embargo, voy a
confesaros que algo más se añade a esa imposibilidad de poner el punto final, y
es el apego que tengo a los personajes. Me ocurrió con mi primera novela y
ahora me vuelve a suceder con la segunda. No sé si entre los que visitáis el
blog hay escritores, bueno sé que algunos sí lo sois, y me pregunto si os
sucede lo mismo, que os encariñáis con los protagonistas de vuestras historias
y teméis decirles adiós; nos han confiado tantas cosas... Alguien puede estar pensando
que soy yo la que imagino lo que harán o dejarán de hacer los personajes y no
parece lógica mi sensación de cómplice de estos, pero a veces mi
impresión es que son ellos los que me dirigen en el desarrollo del relato. Hoy
he terminado una nueva revisión, estoy de acuerdo con lo que he escrito, me
gusta y creo que merece el «Fin».
Por M. Carmen Rubio Bethancourt