domingo, 8 de marzo de 2020

Los sueños, un filón para la creatividad.


Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar, Dalí, 1944

      Aunque los sueños, sueños son, como ya dijera Calderón en su obra La vida es sueño, nadie puede negar que nuestras experiencias oníricas son capaces de hacernos sentir tan intensamente como lo haríamos de estar despiertos, eso sí, dentro de un mundo de lo más fantástico e, incluso, absurdo. Sin embargo, es precisamente este caudal de fantasía que aportan los sueños el que ha servido, y sirve, a no pocos artistas para crear algunas de sus obras. Y valgan estos ejemplos para corroborar lo que digo: Paul McCarney aseguró que gracias a un sueño compuso la melodía de Yesterday; el pintor surrealista Dalí, al parecer, comía erizos cubiertos de una salsa oscura a base de chocolate (a la catalana) antes de acostarse porque le inducía a tener ‹‹interesantes sueños»; Misery, novela de Stephen King, surgió de una pesadilla que tuvo el autor sobre una fan obsesionada por él; el escritor británico Robert Louis Stevenson intuyó la trama de El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde después de soñar varias veces con el personaje del detestable Mr. Hyde; en el Libro de sueños, del escritor argentino Jorge Luís Borges, el autor dejó escrito lo siguiente: «Los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de todos los géneros literarios», la obra es una recopilación de textos de la literatura universal basados en ellos; el pintor catalán Miró aplicaba los mecanismos del sueño para crear el lenguaje gráfico de sus obras. Freud en 1900 publicó su obra La interpretación de los sueños, en ella afirma que la función de estos es la de expresar los deseos reprimidos (según Freud, Los sueños ofrecen muchas pistas para revelar conflictos inconscientes). Hoy día dicha teoría es discutible por algunos autores, pero lo que sí no se puede negar es que soñar es como entrar en otro mundo, un mundo fantástico donde el tiempo y el espacio no tienen sentido alguno y en el que todo es posible, tanto, como encontrarnos con personas a las que creímos perdidas para siempre. Justamente esta sensación (nacida de los sueños, de mis sueños), ha sido la que me ha llevado a componer el siguiente microrrelato que espero sea de vuestro agrado.
© M. Carmen Rubio Bethancourt

Por encima de las nubes
Hoy he caminado por encima de las nubes sobre un elefante pintado de colores. A lo lejos, en la inmensidad de un azul diáfano, vi aparecer de la nada una puerta, una simple puerta. Al llegar a ella, bajé del elefante y la crucé sin él. Las nubes, antes alfombra blanca y suave de nuestro camino, saturaban todo el espacio haciéndome imposible ver más allá de mí. Me acaparó el miedo a la soledad. A poco de sentir mis lágrimas resbalar por mis mejillas, una risa conocida me hizo girar la cabeza. Era él, mi padre. Llegaba, como de costumbre, alegre y dispuesto a rescatarme de cualquier amenaza que me acechase, aunque esta fuera, incluso, una ilusión. De su mano, descendí hasta un paisaje indescriptible en el que se encontraban todos los que un día marcharon, muy jóvenes, bellos, plenos de luz. Tan ensimismada y feliz estaba junto a ellos que no deseaba partir cuando el elefante regresó a buscarme.
Tal vez esta noche, mis sueños, quieran llevarme otra vez al mismo lugar.
© M. Carmen Rubio Bethancourt, 2020