En esta ocasión voy a publicar dos microrrelatos que tratan sobre el perdón. Fue el último tema de la tertulia literaria en la que participo. Lo cierto es que da para un buen debate, y lo hubo en la reunión, no son pocos los puntos de vista que existen sobre este asunto. Yo me adherí a la idea de que perdonar requiere de un requisito, no guardar rencor; olvidar no creo que sea posible, nuestra memoria no es selectiva. En los pequeños relatos que os muestro expreso más que nada lo difícil que me parece dar el perdón a quienes nos han dañado, y, por supuesto, cuanto se pierde al no hacerlo.
Perdón
I
El anciano suplicaba a su mujer su perdón, era lo
único que necesitaba para tener una vida eterna plena. Su esposa se resistía,
habían sido tantos años a su lado soportando la dictadura del grito, el abuso y
la sinrazón. Todos habían cedido, todos menos ella. Alguna mirada le
recriminaba su actitud intransigente, pero tampoco a la señora le quedaba
demasiado, no tenía por qué ser ella la que condenara su alma con una mentira.
©M. Carmen Rubio Bethancourt
Perdón
II
Te concedo mi perdón, pero no olvido, ni pienses que
cesa de sangrar mi herida, es más, quedará en mi cuerpo marcada para siempre.
Me dices que el amor es capaz de cualquier cosa, te digo que quien ama es
imposible que lastime como tú lo has hecho.
©M. Carmen Rubio Bethancourt
Perdón
III
Mi orgullo me impedía perdonarte, no era fácil
correr un tupido velo a tu traición. Y
veía en tus ojos el arrepentimiento, lo reconocía en ellos, sin embargo, no
cedí. Hoy muero cada día entre lágrimas por perderte.
©M. Carmen Rubio Bethancourt