Hermanas Brontë retratadas por su hermano Branwell en 1834
Ocultar la identidad
no ha sido algo inusual en el mundo de la literatura, pero ¿cuál es el motivo que
lleva a un autor a hacerlo? Seguramente hay razones para todos los gustos, y a
mí me vienen algunas a la cabeza, no obstante, para exponerlo con criterio,
veamos por qué lo hicieron algunos de ellos.
Pablo Neruda, poeta chileno nacido en 1904,
cuyo nombre real fue Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Bascalto. Según parece, el utilizar seudónimo
se debió al hecho de despistar a su progenitor que en modo alguno deseaba que
su hijo se dedicara a la literatura. Pablo Neruda nunca desmintió que escogiera
el nombre en honor al escritor checo Jan Neruda, aunque tampoco lo confirmó,
otros estudiosos del tema afirman que al poeta podría
haberle inspirado un personaje de la novela de Arthur Conan Doyle titulada
“Estudio en escarlata”, aunque lo cierto es que el escritor jamás desveló el
origen de su nombre artístico.
Hermanas Brönte, Charlotte,
Emily y Anne, escritoras inglesas del siglo XIX, que se hicieron llamar Currer, Ellis y Acton Bell para poder publicar sus obras, porque de
hacerlo como mujeres lo hubieran tenido bastante más complicado; la actividad
creativa e intelectual estaba mal vista si la ejercían las mujeres, incluso no
se las tomaba en serio de practicarla.
George Sand, seudónimo de Aurore
Lucile Dupin, autora nacida en 1804 en París. Más o menos le ocurrió
lo mismo que a las hermanas Brönte, utilizó el seudónimo para ocultar su
identidad de mujer, incluso fue más allá, ya que se vestía de hombre para poder
introducirse en los círculos literarios parisinos vetados entonces a nosotras.
Lewis
Carrol,
cuyo verdadero nombre era Charles Lutwige
Dodgson. El autor inglés, nacido en 1832, parece ser que extrajo su seudónimo a
partir de latinización de su nombre y el apellido de su madre, Charles
Lutwidge, latinizado como Ludovicus, y Charles como Carolus, Ludovicus Carolus,
a su vez, dicho nombre fue trasladado por el autor al idioma inglés como Lewis
Carroll (un poco enrevesado). Se afirma que hizo uso del seudónimo para diferenciar su
trabajo de matemático (escribía tratados sobre esta materia) de sus obras de
ficción.
George
Orwell,
seudónimo de Eric Arthur Blair, escritor británico
nacido en 1903. Quién hubiese imaginado que el apellido Orwell llevaría una
intención de estar mejor posicionado en los estantes de las librerías, pues
parece que es así, aunque también le llevó a adoptar dicho sobrenombre el hecho
de no incomodar a sus padres con su obra: ‹‹Sin blanca en París y Londres» donde se deja ver que había vivido en la
calle como un mendigo. Como Neruda, la idea de no incomodar a sus padres por
ejercer su actividad literaria le hace ocultar su identidad.
Gustavo
Adolfo Bécquer, o Adolfo Domínguez Bastida, escritor que nace en Sevilla en 1836.
Parece que la causa en el autor andaluz fue más una cuestión de estética, su
padre, José Domínguez Insausti, firmaba sus cuadros con el apellido de sus antepasados
flamencos, los Bécquer o Becker, y tanto Adolfo como su hermano, el
pintor Valeriano, adoptaron Bécquer como primer apellido en la firma de
sus obras.
Clarín, seudónimo de Leopoldo García-Alas y Ureña, escritor
nacido en Zamora en 1852. Toma el nombre de Clarín más bien de una imposición,
pues el director del periódico donde trabajaba, ‹‹El Solfeo», quería que sus
colaboradores firmaran sus artículos con el nombre de un instrumento musical.
Stephen
King, autor norteamericano
nacido en 1947. King eligió el seudónimo de Richard Bachman en siete novelas de sus más de 60, según parece, para
evitar, porque no era aconsejable, publicar más de un libro en un año, y
también para liberar la carga que le estaba proporcionando la fama.
Stendhal, seudónimo de Marie-Henri Beyle, escritor francés
nacido en 1783. Hay que decir que el primero de sus seudónimos fue el de L. A.
C. Bombres, lo utilizó en unos libros de crítica de arte. En 1817 realiza un
ensayo que llama ‹‹Roma, Nápoles y Florencia», un ensayo con
recuerdos personales y donde utiliza por primera vez el seudónimo de Stendhal. Existen dos hipótesis sobre el origen
de este seudónimo, la más admitida es que lo tomara de la ciudad alemana de
Stendal, lugar de nacimiento de Winckelmann, fundador de la arqueología
moderna, al que el escritor admiraba, y una segunda hipótesis que afirma que
sea un anagrama de Shetland, unas islas que el autor conoció y que le dejaron
una profunda impresión. El porqué de firmar sus publicaciones con un seudónimo,
no lo he logrado encontrar, igual no había más razón que la sonoridad o la
estética.
Agatha
Christie, seudónimo de Agatha Marie Clarisa Miller, autora inglesa
nacida en 1890. La escritora tomó su apellido de su marido, Archibald Christie,
de quien se divorció en 1926, hecho que le ocasionó algunos trastornos
psicológicos (desapareció once días sin que nadie supiera nada de ella, incluso
Arthur Conan Doyle, creador del personaje de ‹‹Sherlock Holmes»,
colaboró en la búsqueda). Imagino que la autora al casarse y adoptar el
apellido de su esposo lo adquirió para sí y su obra, no encuentro otra
explicación.
J. k.
Rowling, o Robert Galbraith.
La autora británica nacida en 1965, célebre por las narraciones de ‹‹Harry Potter», ha usado
habitualmente su nombre verdadero para firmar sus obras, eso sí, sustituyendo,
por consejo de la editorial para evitar que se supiese que era mujer (argumentaban
que vendían menos), el Joanne por las iniciales J. K., la J hace referencia a Joanne y la K (requerida una segunda
inicial por la editorial) la puso en honor a su abuela paterna Kathleen.
En cuanto al seudónimo Robert Galbraith, fue utilizado para publicar su segundo
libro para adultos, ‹‹El canto del cuco»,
2013, que tuvo muy buena acogida por parte de la crítica, tal vez lo hizo porque
su primera novela para dicho público, ‹‹Una vacante imprevista», publicada en 2012, no la obtuvo.
Fernán
Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Ruiz
de Larrea. Escritora española nacida en Suiza en 1796. El motivo de su seudónimo
(nombre de un pueblo de Ciudad Real), según ella: «Gustóme ese nombre por su
sabor antiguo y caballeresco», con ello enmascaraba su identidad femenina a una sociedad
que rechazaba que las mujeres se dedicasen a actividades intelectuales, como
tantas otras habían hecho o harían.
Mariano
José de Larra, nacido en Madrid en 1809, utilizó diversos seudónimos a lo
largo de su carrera como escritor y periodista, tales como El duende, Juan Pérez, Fígaro…, parece ser, por evitar la
censura política y social del momento.
Charles
Dickens, escritor
inglés nacido en 1812, el célebre autor utilizo el seudónimo de «Boz» en sus primeras obras. El motivo:
evitar que sus publicaciones le perjudicaran en su faceta de columnista
político; imaginó que no le tomarían en serio. Más que evidente que le fue
bastante bien y dejó de utilizar dicho sobrenombre.
Entre
los autores actuales españoles tenemos el caso de Francisco de Paula
Fernández González (Sevilla, 1978), o Blue Jeans, superventas entre adolescentes por sus novelas románticas.
Según parece, eligió el seudónimo de una canción del grupo Squeezer que le
gustaba como sonaba. El porqué de esconder su autoría, el escritor sevillano
dice, en una entrevista al diario de información “20 minutos”, que su intención
es que se hablara de su escritura.
Podría seguir aumentando la lista, es bastante
copiosa, sin embargo, creo que con esta muestra de autores que han escrito, al
menos alguna vez, bajo seudónimo se exponen varias razones por las que muchos
de ellos han decidido ocultar su verdadera identidad. Espero que os haya sido
interesante.
©2019, M. Carmen Rubio Bethancourt
Os dejo algunas páginas de Internet donde he encontrado
bastante información al respecto.
http://www.cervantesvirtual.