Desearía iniciar
este texto comentando que a lo largo de la historia la mujer ha tenido las
mismas oportunidades que los hombres, pero, por desgracia, no ha sido así; y
ello ha supuesto que el género femenino haya sido relegado a un segundo plano
en muchos ámbitos, entre ellos, el literario. Por suerte, contamos con algunas privilegiadas
o valientes, según se mire, que han dejado su impronta en el tiempo pese a
las circunstancias, póngase por caso a Enheduanna, princesa acadia que
vivió hacia 2.400 a. C., primera escritora de la que se tiene constancia. De
ella se conservan estas palabras sobre lo que es, según su parecer, escribir:
‹‹Es una fiesta, como parir, dar nacimiento, concebir el mundo». Pero no deja
de ser una rara excepción, ya que la misión en la vida para la mujer, porque
así lo decidieron ellos, se circunscribía a todo cuanto tenía que ver con el
ámbito doméstico, lo cual impedía cualquier iniciativa que partiese de
ellas en otros ámbitos como pudieran ser la ciencia, la política o la
literatura. Por ello no ha de sorprendernos que Fray Luis de León afirmase en
su obra ‹‹La perfecta casada» que la mujer podía y debía aprender a leer, pero
en silencio, y no escribir, ‹‹Pues nunca una mujer puede saber más que un
hombre». Ni siquiera Santa Teresa de Jesús, que escribía en pro de su fe, pudo
hacerlo libremente y fue perseguida y condenada por la Inquisición por llevarlo
a cabo. Y, sí, naturalmente que hay casos de escritoras en el pasado que pudieron
ejercer su vocación, pongamos como ejemplo a Christine de Pisan,
nacida en Venecia en 1364, primera escritora profesional de la historia y fiel
defensora de los derechos de la mujer, pero eran rayas en el agua. Para
desgracia y pérdida de la humanidad, muchas escritoras de aquellos años de
oscuridad para nosotras, sólo pudieron conformarse con dejar sus obras
encerradas en el baúl o sacarlas a la luz bajo seudónimos o nombres de hombre,
tal es el caso de las hermanas Brontë que se hicieron llamar para
poder editar sus novelas: Currer Bell, Ellis Bell y Acton Bell; Cecilia
Bohl que publicaba bajo el seudónimo Fernán Caballero; Mary Anne Evans, más
conocida por George Eliot, seudónimo que utilizó para que su obra fuera tomara
en serio, ya que no se valoraban de igual manera los escritos realizados por
una mujer a los ejecutados por un hombre. Porque esa es otra, el poco valor que
se le daba a los escritos compuestos por una mujer, y como ejemplo de este
último aspecto que censuramos tenemos a ‹‹Las
sinsombrero», escritoras y artistas excepcionales de
nuestro país a las que ni siquiera se las ha nombrado en los libros de textos
escolares cuando se hacía referencia a La generación del 27 con la que tuvieron
bastante que ver, afortunadamente, hoy día están siendo reconocidas.
Es cierto que los movimientos en pro de los derechos humanos y feministas están abriendo mucho camino
para que esta absurda actitud hacia nosotras por parte del género masculino (y
de alguna que otra mujer, que también las hay) vaya erradicándose, pero aún
queda mucho camino por recorrer, de otro modo no se entiende que escritoras de
hoy como Joanne Rowling, autora de la famosa saga de libros de
Harry Potter, tuviera que firmar como J.K. Rowling, por consejo de su
editorial, para vender mayor número de libros.
Soy escritora
de vocación, pero no quiero sentirlo como un privilegio, sino como una
elección. La humanidad tiene a sus espaldas muchísimos años de historia, durante
el transcurso de los mismos hemos evolucionado física y mentalmente, pero nada
habrá valido la pena si se cortan las alas a quienes pueden volar.
Por M. Carmen Rubio Bethancourt
Muy interesante entrada. Completamente de acuerdo con usted, si no hubiese tantos cortapisas, posiblemente, habría más escritoras en el panorama literario mundial. Mariola.
ResponderEliminarHola Mariola. Gracias por tu comentario y afinidad hacia mi opinión. Seguimos en contacto. Hasta pronto.
ResponderEliminarVaya con el repaso de historia que has hecho, muy interesante y adelante con tu vocación. Maribel
ResponderEliminarGracias Maribel. Me alegro que te haya sido interesante.
ResponderEliminarMe parece muy acertada tu entrada.Espero que lo lean muchas personas.A ver si de una vez por todas se valoran a las personas por su capacidad,y no por su sexo , descendencia o influencia.
ResponderEliminarMuchas gracias anónimo, y totalmente de acuerdo con tu opinión. Hasta pronto.
ResponderEliminarLas cosas poco a poco van cambiando. En breve esperemos que se termine igualando todo. Salu2
ResponderEliminarTengo fe en ello, Manuel. Gracias por visitar mi blog y por tu amable comentario. Un abrazo.
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