©
Es un
distintivo muy común de ver en cualquier obra de carácter intelectual o
cultural, ya que se utiliza para identificar los derechos del autor sobre ésta;
con ello se está indicando que la misma no se puede reproducir, ni explotar, sin
el consentimiento de su creador. Los derechos de autor incluyen derechos
morales y patrimoniales, y pertenecen al mismo por el simple hecho de haber
generado la obra, por lo que no es requisito indispensable registrar para
poseer tales derechos. Según la legislación vigente, los derechos de autor
expiran y pasan a dominio público, a nivel mundial, a los cincuenta años tras
la muerte de su creador (Convenio de Berna), la legislación europea ha
extendido ese periodo algo más, a los setenta años. Hay muchos autores que
piensan que deben de hacer algún tipo de trámite para proteger sus derechos de
autor hacia sus obras, por ejemplo, acceder a un registro o poner el símbolo del
copyright en ellas, pero, repito, no es necesario. El autor tiene tales
derechos por el simple hecho de haberlas creado, lo indica claramente el art. 1
de la LPI (Ley de Propiedad intelectual). Así pues, el uso del símbolo del
Copyright, ©, es de libre elección para el autor, su utilización tendría más
un sentido de advertencia. Y, precisamente, como advertir no está de más, voy a
indicaros, a aquellos que queráis incluirlo en vuestros creaciones en Word y
desconozcáis cómo hacerlo, de qué modo obtener dicho símbolo, puesto que, como
habréis observado, ese distintivo no se refleja en el teclado del ordenador. Yo
lo consigo de varios modos: 1ª, usando el menú de Word, yendo a Insertar,
Símbolo (busco el de Copyright y lo acepto); 2ª, con la combinación de teclas
Control + alt + c ; 3ª, copiando y pegando; 4ª, y a mi parecer la opción más
cómoda, poniendo la c entre paréntesis. A continuación, añado uno de mis microrrelatos donde incluyo el aviso de
Copyright al final del mismo, con objeto de que observéis la forma de integrar
el distintivo junto a nuestro nombre y año de creación de la obra.
X
En cierto lugar de la ciudad, una chica, X, escribe
cuentos; cuentos que un día serán la puerta hacia el mundo de lo inimaginable.
Ella no lo sabe, los inventa, pero no lo sabe. Encerrada en su dormitorio de
adolescente, bajo la atenta mirada de sus muñecas de niña, escribe en su ordenador
todo el torrente de ideas que abordan su mente, sin sospechar que el poder de
su fantasía sea tan inmenso, que sea capaz de provocar, con el juego que le
dejan las palabras, un universo de sentimientos rosas, azules, rojos, grises,
negros... No imagina que no queda mucho
para ser admirada por el mundo.
© 2014 M. Carmen Rubio Bethancourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario