Óleo del pintor Albert Lynch
A
veces nos ocurre que algo que no esperamos nos hace mirar cuanto nos rodea con
otros ojos, incluso, ilusionarnos.
DOS PALABRAS
«¡Dios
mío!», ha exclamado un joven al pasar junto a mí de camino hacia su mesa en la
cafetería. Pero ¿por qué? Tendré algo
encima que llame la atención: una caca de paloma, una etiqueta, una mancha en
la cara... El espejo que tengo frente a mí no me muestra nada llamativo, una
chica de lo más normalita, o sea, yo sentada tomando café; lo que siempre hago
en el mismo lugar durante mi tiempo de descanso. Pero esas dos palabras… Noto que me observa el muchacho o ¿será
sugestión? No sé. ¡Vaya, debo volver al trabajo! ¡Qué lástima! Tal vez mañana
vuelva a verle.
©
M. Carmen Rubio Bethancourt
¿Es un hecho real? Quizá le has causado una profunda impresión. Quizá ha sido amor a primera vista. Quizá le has recordado a alguien ha quien amó desesperadamente. Una expresión seguramente de asombro que ha dejado una gran intriga.
ResponderEliminarEfectivamente, unas simples palabras pueden causar una desazón inesperada. Lo mejor en estos casos es salir de dudas. Si le vuelves a ver y se vuelve a repetir la situación, pregúntale. Quizá la respuesta te cambie la vida.
Un abrazo.
P.D.- ¿Es "ósea" o "o sea"?
Otro abrazo.
Gracias Josep por visitarme de nuevo. El microrrelato no es real, es imaginativo totalmente, lo que ocurre es que quería expresar una situación cotidiana de alguien que cuando le sucede algo fuera de su cotidianidad cambia su visión del entorno. Me hizo gracia que creyeras que era una experiencia propia. Ah, es: o sea. Mil gracias, amigo.
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